Y miraba sus rostros. Rostros caídos. Gente triste. Y yo quería ser feliz. Caminaban lentamente, apresuradamente. ¿Por qué intentaron hacerme a su imagen y semejanza? Y yo creía ser rebelde. Poco después descubrí que no era la tristeza. Era el falso deseo. Y lloraba y lloraba. Me deje caer, quería morir. Y tuve miedo; me nació el odio, y me repugnaban, eran simple y sencillamente idiotas, les encantaba su idiotez. Era un cómodo refugio. Grite, les recrimine. Me volví callado; me volqué sobre mi mismo. Me castigue noche y día. Nadie cambia. Y todo se mueve, me mareo, van de acá para allá; y en realidad el mundo sigue igual. Conocí otros como yo: despiertos, sinceros. Pero ellos querían algo más, como yo, en mi infancia. Protagonismo, reconocimiento. Y me hicieron a un lado con sus pretensiones. Y se me iba de a poco el sentido. ¿Qué es esto? ¿Cuál vida? E intente regresar para con Dios, a los templos; mas el había huido de las piedras que le eran lanzadas. Se escondió en mi casa; conmigo estará seguro, pero ya no le veré más. Y conocí a los creadores de arte; artistas anónimos. ¡Y descubrí la belleza! Era mujer. Y tuve amigos. Y me alegre por siempre. Lo que me queda. ¿Sera este el comienzo? Y el mundo sigue igual. Y yo he cambiado. Y puedo sentir la alegría acercarse. Y me vendí; los traicione. Pero no siento culpa. Y no se que hacer. He perdido ¿He ganado? He vivido. Que se mueran los intelectuales. ¿Quién se atreverá a juzgarme? Esta conciencia es muy grande, me lastima. Y vi como las guerrillas fueron aplastadas, la iglesia corrompida y el estado sesgado. Golpe de estado. La verdadera lucha esta acá. Ya no hay hogares; solo casas. La familia parece no existir. Y antes de morir tuve honor, y tuve gloria; y fui inmensamente feliz. Y mordí una manzana verde; lenta, suavemente…
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