lunes, 14 de abril de 2008

Madio

Entre este mar de pensamientos me encuentro. Y me concentro; y vienen a mi mente esos ojitos, recuerdo esa inocencia que solo un niño puede expresarnos. Triste; enfermito esta ese niño ¿Qué cosa saben los niños? ¿Si no jugar? ¿Si no amar? Pienso en el como un corazón de mujer se aflige al saber que su pequeñito esta en otras manos; y ella lejos. Cuanto desearía poder estar a su lado; abrazarle, no dejarle nunca. Por que esta frágil. No llores mi niño. Ven y juega; ven y come. Sal rápido de ese estado. Pero desde donde estoy me renace la fe. Por que su inocencia duele. Por que su sabiduría consiste en dejarse apapachar. Niño, de ti dependen los corazones de adulto; esos a los que les falta eso que a ti te sobra. Pues, estoy en mi encierro. Entre serenidad e impotencia. Pienso en gente que no me conoce. Como que se hacen míos esos sentimientos y me transforma la visión. Me duele. Solo mirar; y con fuerza espero que llegue mi mirar, ahí donde él esta. Mejora; por que eres fuerte. Sonríes por encima de tus pesares. Vuelve para con tu madre; chiquillo, se que mejoraras, por que eres fuerte. Por tu alegría. Por tu inocencia. Para que nos contagies; y la persona que más te ama en la vida deje de llorar. Pero aquí seguimos; desgastados, pero de pie. Esperándote.

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