Hoy es uno de esos días. Pero no permitiré que me arruine la existencia. Son lapsos de aproximadamente cada 6 meses. Necesito descargar la ira. Es cansado. Mi mente es tan poderosa que mi cuerpo se lo cree; y lo resiente. Hoy la veré; no quiero que me vea así, soy un virus muy contagioso. Literalmente mis nervios se vuelven de acero; acero al rojo vivo. Arde mi cuello. Las punzadas en el cerebro se sienten como una corona de espinas; es el síndrome del “Cristo Redentor”; mi corazón cae en una apatía e indiferencia que me imposibilita las emociones. Es el día propicio para que se me anuncie el fin de los tiempos. Ya no lo exteriorizo; no se expresa al exterior. El fuego interno es la causa, días y días sin poder salir; llega al límite, la temperatura ha aumentado gradualmente desde la última ocasión. Pero he dicho no más. Se que con la ayuda de su rostro proyectado en mi mente podre neutralizar su efecto; la estabilidad es recuperada paulatinamente conforme bebo. El preciado líquido es la cura. Siempre es el agua más fría la que apaga mi sed. La resequedad de mi garganta es suavemente lubricada conforme paso lentamente las bocanadas de agua; y así inundo mi interior, y la quemazón se extingue. Y me veras sedado, como dragón sin fuego; inofensivo monstruo, solo humo a mi derredor. Si quieres puedes pisarme, patearme y escupirme. ¿Cuándo dejare de preocuparme del mundo? Termino por no preocuparme por nada, yo soy lo de menos. Pero ya no puedo hacer eso; bebo más agua. Cantos gregorianos; voces celestiales. Entro en un estado psicológico de transe; como una especie de conciencia elevada. Estoy, y estoy afuera, me veo desde fuera. Me vuelvo inexpresivo, de dentro, ahí las llamas han devorado mi impotencia. ¿Cual rencor? ¿Cual odio? ¿Cual jubilo? ¿Cual gozo? ¿Sera indiferencia? No, es solo vacio, y debe ser llenado. Pero existe un nuevo factor de por medio. Es el factor de la posibilidad. Nunca, nunca lo hubiera pensado. Tienes razón mi amigo: no soy el mismo. Me he vuelto subversivo. Una especie de todo o nada. Ahora acepto. Soy esclavo; y no hablo. No opino, y no me molesta. Pero con ello se va también la alegría de la sorpresa; no es lo mismo que la posibilidad. Chava, déjame y vive. Vete para afuera y no voltees la mirada. Es que la felicidad es un zigzag; con pendientes, a veces muy largas.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Cuando así me siento escucho reggaeton... pero no le digas a nadie, es secreto, no lo divulgues, es sólo para unos cuantos: úsalo sabiamente. jaja
Publicar un comentario