miércoles, 9 de mayo de 2007

Noche de Luto


Verdaderamente lo siento mi hermano, pero no por tu perro. No pude contenerme y tuve que intentar estar ahí. ¿Podré acaso yo ocupar su lugar? Sinceramente y con toda la honestidad que no he tenido a lo largo de mi vida, pero que me ha aflorado con dicho suceso como nunca en la vida, te lo digo. No deseo atenuar tu dolor con palabras de aliento: ¡Sufre mi hermano! Yo leía sobre Diógenes de Sinope, cuando me enteraste de lo sucedido. He aquí un perro que ame y nunca domestique por respeto a su dolor. El tuyo se a ido y solo a dejado su inexistencia, el mió se quedo plasmado como un holograma por siempre punzante en la atmósfera enrarecida de mi mente.

Será despedido con honores merecedores de una criatura a la cual se le a apreciado eternamente por una mente creadora como lo es la tuya: caminare espontáneamente desde las elevadas tierras de Otay hasta el lugar donde habré de dormir esta noche. Tengo hambre, frió, se me cierran los ojos, pero espero y el “Gran Can” entienda lo hago.

1 comentario:

Todos tus muertos dijo...

No sé qué decir, por primera vez no sé qué decir. No podía entenderlo. Desde "las altas tierras" bajó mi perro en forma de un amigo como si viniera del cielo sólo para rendir el más grande tributo que jamás nadie haya dado. Mi amigo habita en una de las islas más alejadas de los E.U.
Gracias demonios por eso.